Breves
de Belvile
Jun 2024
17
11:19

James Usher se crió huérfano.

Siendo aún niño de pecho su madre y su tío murieron en un confuso episodio.

Nunca conoció con certeza los detalles. Quizás debido a la presencia de algo monstruoso en ellos.

Huérfano de padre y de madre, la Sra. Kurtia lo adoptó para su crianza, más por pena que por deseo.

La Sra. Kurtia poseía uno de los pocos hostales de hospedaje en el pequeño pueblo.

El pueblo era uno de los típicos pueblos de turismo de la región. Su número de habitantes permanentes se contaba con menos de 3 dígitos.

La principal atracción del pueblo era su fantástico lago. La leyenda rezaba que debajo del gélido lago existía un monstruo cruza de tigre, dinosaurio y ballena. No existían pruebas concluyentes de su existencia.

El pequeño James Usher creció en el entorno del hostal, en compañía de la Sra. Kurtia y de los turistas ocasionales.

Al volverse la Sra. Kurtia demasiado anciana para continuar administrando el pequeño hostal pidió a James tomar la administración a su cargo. James Usher tal lo hizo, con similar presteza y diligencia que la de la Sra. Kurtia.


Los modos de James Usher eran suaves y silenciosos. Rara vez se lo oía aproximarse o retirarse de una habitación. Sus palabras eran escasas y funcionales. Jamás levantaba la voz, hablando prácticamente entre susurros.

La iluminación en el hostal se mantenía tenue en toda ocasión. Las cortinas al exterior siempre cerradas.

Tales modos los había adquirido de la Sra. Kurtia. La Sra. Kurtia, a su vez, los imitaba de los modos de los huéspedes más refinados que el hostal hubo alojado en el pasado.

Al criar al jóven James, la Sra. Kurtia evitaba nombrar ciertos sustantivos, verbos y adjetivos por considerarlos inapropiados. Los reemplazaba por metáforas, gestos o alegorías que ejerció hasta que el jóven James comprendió su significado, sin mediar explicación.

O creyó comprender.


Cuando oyó la campana de la puerta de entrada al hostal, a las 7:00 en punto de la mañana, James Usher susurró de modo suficientemente audible desde el vestíbulo del hostal.

– La puerta no tiene llave. Puede ingresar, si lo desea.

No oyó ningún movimiento durante 3 minutos.

Se acercó a la puerta.

Del otro lado de la puerta se encontraba un caballero alto, delgado, vestido con elegancia y sobriedad, y un jóven adolescente de rasgos similares.

– Buen día. Deseamos hospedarnos durante algunas noches en el hostal.

dijo a James Usher.

James se sorprendió. No esperaba encontrar alguien.

– Por favor, adelante. Está abierto.

– Gracias. Mi nombre es Roman. Él es mi hijo.

El hijo del Sr. Román apoyó brevemente su equipaje sobre uno de los sillones del recibidor.

El Sr. Román dijo con voz dulce pero firme.

– Hijo.

Lo miró a sus ojos durante dos segundos sin ninguna expresión. De inmediato su hijo retiró el equipaje del sillón, colocándolo sobre el suelo.

– Disculpe.

dijo el hijo, dirigiéndose a James Usher.


Tal proceder pudo observar James Usher en repetidas ocasiones.

El Sr. Román parecía comunicarse con su hijo sin mediar palabras.

En cierto sentido, algo similar había ocurrido entre la Sra. Kurtia y él mismo. Aunque algo en la naturaleza de las comunicaciones del Sr. Román era diferente de la de la Sra. Kurtia.

James Usher no supo dilucidar qué.

Antes de dejar el hostal el Sr. Román conversó brevemente sobre su propio lugar de residencia.

Un país en el extranjero llamado Lullvanía.

El Sr. Román lo describió como un bello lugar para vacacionar, informando la existencia de un hostal similar al de James Usher, si alguna vez deseara vacacionar allí.

James agradeció la invitación, aunque rara vez dejaba el pueblo.


Unos 6 meses transcurridos desde que el Sr. Román se alojara en el hostal arribó un contingente de turistas.

La mayor parte de ellos eran jóvenes. Algunos adultos entre ellos parecían comandar el contingente.

Durante su estadía, uno de los adultos informó a James Usher poseer una agencia de turismo. Se encontaban realizando uno de los paquetes ofrecidos a los jóvenes turistas.

Durante las tardes, al instante del atardecer, solía aproximarse al salón de estar para conversar brevemente con James Usher acerca de la industria del turismo y del pueblo de James.

Antes de dejar el hostal mencionó un paquete de turismo ofrecido para conocer una cantidad de sitios diferentes. Entre ellos se encontraba Lullvanía.

Invitó a James Usher a realizar alguno en carácter de colega de la industria.

Transcurrido un año desde aquella invitación, James Usher aceptó esta invitación.

Viajaría de vacaciones a Lullvanía.


Poco tiempo transcurrido desde su llegada a Lullvanía, James Usher se encontró por casualidad con el Sr. Román mientras aguardaba mesa para cenar en bonito local.

Sin atreverse a saludar, fue el Sr. Román quién se aproximó con afabilidad para inquirir si era James Usher, el jóven administrador del hostal. James así lo confirmo.

Tras el intercambio de saludos inicial y una breve conversación, el Sr. Román extendió una invitación a su casa en Lullvanía mientras James estuviera allí.

James Usher aceptó con gusto.


James Usher conoció la familia del Sr. Román.

El encuentro transcurrió sin sobresaltos. El Sr. Román demostró ser un anfitrión extraordinario.

Comenzando la tarde, el hijo del Sr. Román, aquel que James conociera en su hostal, olvidó descuidadamente su tasa de té sobre la pequeña mesa de té de la sala de estar.

El Sr. Román dijo con voz dulce y suave

– Hijo. Olvidaste el pocillo en la mesa. ¿Serías tan amable de llevarlo a la cocina? Mientras estás en eso, ¿encenderías la cafetera?

El hijo respondió con una broma que causó una sonrisa en el Sr. Román, a la vez que levantaba el pocillo.

James observó la escena absorto.

En el instante en que el hijo dejó la habitación, el Sr. Román preguntó a James.

– ¿Sorprendido?
– Un poco.
– No lo esté. Es habitual bromear y mantener conversaciones explícitas en el ámbito familiar.
– ¿Por qué nunca lo hicieron en el hostal?
– Porque allí somos visita. Aquello que está permitido en nuestro hogar podría no estarlo en el hogar que nos hospeda. Por ese motivo no cruzamos el umbral de la puerta al tocar la campana.
– ¿Esperó una autorización para entrar al hostal?
– Más que la mera autorización formal. El deseo y la voluntad del anfitrión de invitar a pasar.
– Pero durante su estadía se comunicaban con la mirada…
– Así es. Únicamente en aquellos sitios en que estamos de visita. Siendo foráneos no es correcto manifestar opiniones o discutir asuntos propios de la localidad que nos hospeda. Tal es potestad del anfitrión, no nuestra.
Mas estando en nuestro ámbito no tiene sentido evitar nombrar de modo explícito aquello que de visita referimos con decoro. Aquello que gozamos y sufrimos en nosotros mismo siempre se puede y se debe nombrar.
Es nombrando de este modo que construímos el lenguaje del decoro.
Lo he invitado a nuestro hogar para dejar en claro esta cuestión, que considero de vital importancia.

James Usher agradeció la invitación mucho tiempo antes de comprender aquello que el Sr. Román le hubo manifestado.


Transcurridos algunos años la fisonomía del Hostal de James Usher comenzó a cambiar.

Aunque aún conservaba su formas silenciosas y suaves, las aplicaba únicamente para no importunar sus huéspedes.

El Hostal mejoró su organización y su servicio, fruto de reuniones semanales para discutir problemas y soluciones de modo abierto, explícito y lógico.

En el instante de nacer su primer hijo ya no existía ningún tópico que no pudiera referir de modo claro, explícito y racional.


Fin.

Jun 2024
19
12:44

– ¿Qué hacés?
– Instalo la cámara para filmar. Hablé con la entrenadora la semana pasada. Dijo que no habría inconveniente.
– Si, nos notificaron. Pregunto qué haces ubicando la cámara en ese lugar.
– ¿Dónde si no?
– ¿Cuántos partidos de Voly filmaste antes?
– Contando éste, uno.

El preparador físico miró hacia otro lado y suspiró.

– Desde ese ángulo no vas a ver nada. Ubicala allí.

El muchacho reubicó con lentitud su equipo en la posición indicada por el preparador físico.

La suya sería una larga tesis. Para todos.


– Atención, por favor. El muchacho aquí presente se llama Brice. Está realizando su tesis de estudio acerca de Contenido Audiovisual. El fin de semana próximo filmará el partido de Voly que jugaremos aquí mismo. Durante los entrenamientos de esta semana estará filmando como práctica hasta el fin de semana. Será únicamente por esta semana. ¿Alguna pregunta?
– …
– Pueden comenzar la entrada en calor.


Jueves de Diciembre 4:00 am, algunos años antes.

– Brice, ¿se puede saber qué estás haciendo en el living a oscuras?
– Resuelvo un ejercicio.
– ¿Ejercicio de qué?
– Principios de óptica.
– Brice, ¿no rendiste el final de esa materia recientemente?
– Sí.
– ¿Qué día, exactamente?
– El lunes.
– ¿El lunes pasado?
– No. Hace dos lunes.
– ¿Y cómo te fue?
– Bien.
– ¿Qué nota sacaste en ese final, Brice?
– …
– No oí. Repetilo en voz alta, por favor.
– Diez.
– ¿Qué nota?
– Aprobé el final con diez.
– ¿Y hoy que día es?
– Jueves.
– ¿Me dirías la hora, si fueras tan amable?
– Las 4 am de la mañana.
– Brice, Jueves 4am de la mañana resolviendo un ejercicio de una materia que aprobaste con 10 hace 15 días. ¿Querrías darme una explicación?
– Es un ejercicio opcional muy dificil
de la práctica. No pude resolverlo aún.
– ¿Vos me estás jodiendo a mí?
– …
– Claramente no. Ese vendría siendo el problema, básicamente.
– …
– …
– ¿Vas a volver a la cama conmigo, o qué?
– Ya casi lo tengo. Creo que encontré el giro para resolverlo…
– …
– …
– O qué. Cuando amanezca junto mi ropa y me voy, Brice. Llamame de nuevo cuando seas normal, o cuando desees más dormir conmigo que resolver ejercicios de óptica un Jueves de Diciembre a las 4.00 am.
– …


– Lo que han visto es el trabajo audiovisual que presentaré en breve como parte de la tesis de estudio. Agradezco al equipo por permitir filmar durante la semana y por concurrir al buffet del club para mostrar el resultado de la filmación, que espero hayan disfrutado. Quién desee realizar comentarios acerca del resumen audiovisual, serán bienvenidos y colaborarán grandemente a mejorarlo.
– ¿Entrenadora?
– Es un trabajo que calificaría sin dudar como original. No creo se haya visto jamás nada similar en TV ni en cine.
– ¿Profesor?
– Coincido con la entrenadora. Se aprecia que Brice ha dado lo mejor de sí en el resúmen.
– ¿Preparador físico?
– Qué decir… el propio Borges no hubiera filmado un resúmen mejor.


– La respuesta es no.
– ¿Cada quince días?
– Rotundo y definitivo no.
– ¿Cada un mes?
– No. Distraería a los jugadores en los partidos y alteraría la rutina de entrenamiento. Una semana fue tolerable. Filmar cada encuentro va a perjudicar la performance de los entrenamientos. No.
– No tengo otro modo de practicar para mejorar los videos.
– La respuesta sigue siendo no. Además, nuestros patrocinadores no lo permitirían.
– ¿Quiénes son?
– La Asociación de Bistrados Unidos. Son casi el padre de este club.
– ¿Si la A.B.U. lo autorizara, sería factible filmar un partido cada 15 días o mensual?
– Pregunte si lo desea. Con seguridad le darán una respuesta negativa. Independientemente de eso, como entrenadora no lo permitiré.
– ¿Puedo concurrir a los partidos los fines de semana, aunque sea?
– Cuántas veces lo desee. Sin filmadora.


– ¿Puedo hacer una pregunta?
– Puede.
– Hace 4 meses que concurro a los partidos. Jamás ví jugar a la jugadora con camiseta 33. ¿Por qué motivo no juega?
– Porque es menor para la categoría.
– …
– …

– ¿Puedo hacer otra pregunta?
– Puede.
– La jugadora 33 no es menor.
– Sí lo es.
– No, no lo es.
– ¿Cómo podrías saberlo?
– Por las formas de sus caderas y de sus pechos. ¿Por qué no juega nunca?
– … Porque no lo desea.
– ¿Juega mal?
– ¿Ambrosía? Es la mejor jugadora de la región.
– ¿Entonces?
– No desea jugar. Deberías preguntarle a ella.


– Hola.
– Hola.
– ¿Aún seguís interesado en tu tesis sobre partidos de Voly?
– Sí.
– ¿Oíste alguna vez la leyenda de la selección de Bellford?
– No. ¿Qué leyenda?
– Son rumores no confirmados. Se comenta que la selección de Bellford juega partidos extraoficiales, 3 o 4 veces por año.
– ¿Con quién?
– Con selecciones de otros países.
– ¿Dónde se anuncia?
– No se anuncia.
– ¿Entonces?
– Al finalizar algunos partidos regulares de torneos de Bellford, la selección de Bellford y otra selección juegan un amistoso sin anunciar, vistiendo otras camisetas, con otros nombres y tiñiéndose el cabello.
– ¿Cómo se los reconoce si ocultan su identidad?
– Por la calidad de su juego.
– …
– …
– ¿Querrías presenciar uno de estos partidos?
– ¿Cómo podría, si no se anuncian?
– …
– ¿En Bellford? Son varias horas de viaje desde aquí.
– Ajá.
– ¿Qué día?
– 4 días antes me comunico para dar indicaciones.


– ¿Qué te pareció?
– Fue extraordinario. No juegan así en partidos oficiales de TV.
– No.
– ¿Por qué no?
– Porque los partidos de TV son espectáculos patrocinados. Se hace lo que el patrocinador pide. ¿Te interesaría estudiar con partidos de Bellford?
– Sí.
– Quizá haya un amistoso cada 15 días. Usarías una filmadora provista por el local. Disponés de dos horas después de cada partido para realizar una edición, con equipos provistos por el local. Todas las computadoras de edición están monitoreadas remotamente. Todo lo que se haga con ellas queda grabado y se audita, con o sin conexión a internet. No las podés usar para tus cuentas personales, o entregarías tus passwords y chats. No las podés usar para navegar por internet. Ninguna copia del video deja el campo de juego. El local pone a disposición un tutor para ayudar con las ediciones. Su tutoría no es opcional. Fuera del campo de juego, estos partidos no ocurrieron nunca.
– Acepto.


– ¿Por dónde comienzo?
– Buscá algo que te guste o llame la atención del juego. Comenzá por ahí.
– Cuando el saque voltea al receptor es vistoso.
– No voltea al receptor. El receptor se deja caer al recibir.
– ¿Por qué?
– Cuando el saque es muy potente, si la pelota rebotara contra un cuerpo rígido el rebote saldría con igual potencia. Para que la pelota llegue limpia a la red el cuerpo del receptor debe absorver la fuerza de la pelota. El receptor se deja caer para transferir la potencia de la pelota a la caída de su cuerpo durante el golpe de recepción.


– ¿La jugadora 33 también participa en estos partidos?
– Ajá.
– ¿No era que no disfrutaba jugar?
– Nadie dijo que no disfrutara jugar. Ya la verás jugar.
– ¿Y esa es la entrenadora?
– No. La entrenadora no es morocha.
– Es igual, con otro color de pelo.
– Debe ser alguien que se le parece mucho…


– ¿Qué son las señas que realizan las jugadoras con sus manos?
– Indican la combinación de ataque o defensa que van a realizar.
– ¿Todos los equipos usan señas?
– Sí. Existe un lenguaje de señas estandard, el que se ve, que conocen todos los jugadores. Además cada equipo posee su propio lenguaje cifrado.
– ¿Se puede filmar?
– Sí. El de señas es para el público, y para jugar entre jugadores que aún no se conocen. El lenguaje cifrado se usa en equipos profesionales durante partidos serios. Cada equipo define su propio lenguaje, que otros equipos no podrían descifrar. El lenguaje profesional no siempre necesita señas.
– ¿Por ejemplo?
– Por ejemplo, cuando una jugadora realiza un punto de remate la siguiente pelota rara vez se arma para ella de nuevo.
– ¿Por qué motivo?
– Estadística. Es estadísticamente más probable que durante el segundo remate seguido cometa un error.


– ¿Por qué mis repeticiones quedan mal?
– ¿Qué estás repitiendo?
– El punto.
– Quizá el punto no sea lo más importante del juego.
– ¿Cómo no? Es lo más importante.
– No. Para llevar el tanteador ya existe un tablero y una planilla. No hace falta un video. Buscá la belleza del juego, no los goles.
– ¿La belleza?
– Las manos y las piernas de los jugadores, las combinaciones entre jugadores suspendidos en el aire.
– ¿Manos y piernas?
– Cada salto posee su propia técnica. Cuando la jugadora salta para rematar, los músculos se estiran y flexionan de un modo particular. Las manos en los bloqueos son posiciones de danza. Después de rematar la jugadora eleva la pierna opuesta. Los pies del zaguero al caer y evitar pisar la línea de la red. Las escaleras y tubos son coreografías en el aire. En los golpes de primer tiempo, el atacante se eleva antes que el armador. Estos movimientos en cámara lenta es puro atletismo. Ahí está la belleza.


– ¿Puedo inquirir una indiscreción?
– ¿Puedo no responder?
– Sí. ¿Por qué jugás únicamente partidos amistosos en Bellford? ¿Por ser en Bellford?
– No. Estoy federada en la A.B.U. Los partidos en Bellford no poseen ningún valor.
– ¿Entonces?
– Entonces nada. ¿Respondí la pregunta?
– No realmente…
– …


– Es todo por esta temporada. Espero lo hayas disfrutado.
– Mucho.
– ¿Mejoró la tesis?
– Lo suficiente.


– Hola.
– Hola.
– ¿Puedo filmar un nuevo partido?
– ¿Con los entrenamientos, como el año pasado?
– No. Sólo el partido.
– Quizá. En unas semanas confirmo.
– Gracias. Algo más.
– Ud. dirá.
– ¿Podré ubicar la cámara allí?
– No. Ese stand es exclusivo del sponsor.
– Debía preguntar, de todos modos. Gracias.


Un año más tarde…

– ¿Qué están haciendo en la cancha?
– Están desmantelando el stand de la A.B.U.
– ¿Por qué motivo?
– El club consiguió nuevo sponsor.
– Jodeme.
– Ajá.
– ¿Cómo ocurrió?
– No sé. Preguntá a Ambrosía.
– ¿Ambrosía?
– Yo no sé nada. Brice quizá sepa algo.


– Brice.
– Entrenadora.
– ¿Qué pasó en la A.B.U.?
– ¿A qué se refiere concretamente, entrenadora?
– A que el club consiguió nuevo sponsor. Por primera vez en décadas.
– No sabría decirle.
– Me han dicho que te pregunte.
– ¿Quizá tendrá algo que ver con las clases?
– ¿Qué clases?
– Para retribuir los partidos filmados, propuse a Ambrosía enseñar lo básico del manejo de la videocámara.
– Ajá.
– En cierta ocasión concurrí a dejarle la videocámara a su madre. ¿Sabía Ud. que la madre de Ambrosía trabajaba en la A.B.U.?
– Trabaja allí.
– Trabajaba. Recientemente ha cambiado de oficinas.
– ¿Ajá?
– No debo haber dado explicaciones claras en el manejo de la cámara porque alguien debió dejarla encendida durante dos días completos.
– ¿Ajá?
– Cuando Ambrosía devolvió el equipo hallé casi 48 horas de filmación de nada.
– ¿Ajá?
– Excepto por una conversación breve, captada por el ojo de la cámara.
– ¿Qué conversación?
– Difícil saberlo. Parecía el director de la A.B.U. expresando en voz alta algo como que mientras él fuera director de la A.B.U., Ambrosía no jugaría nunca ningún partido oficial, con el correspondiente perjuicio económico que tal decisión acarrea.
– ¿Y por qué diría eso?
– Lo ignoro. Podría ser que la madre de Ambrosía se negara a la ejecución de algo así como obediencia debida, rechazando órdenes poco éticas para realizar tareas desagradables.
– ¿Y qué hiciste al encontrar esa declaración?
– Nada, realmente. Sólo copias. Cantidad de copias.


– ¿Vas a jugar partidos oficiales?
– No.
– ¿Por qué?
– Ya estoy grande. Prefiero dar clases.
– ¿En el club?
– Sí. El club ofreció las inferiores. Acepté.
– ¿Nunca tendré el placer de verte jugar con la camiseta 33, entonces?
– Eso parece.
– Una pena.
– No tanto. De todos modos, ya tenía eventos agendados.
– ¿Aquí?
– En Bellford.


Fin.

Oct 2024
26
14:50

En los albores del siglo XVII una pequeña aldea campestre a pocos grados de la latitud del meridiano 0 abrió las puertas de la primera institución que, desde ese instante y hasta la fecha, dictara Casi clases.

La educación masiva y pública en el siglo XVII consistía en poco más que permanecer sentado en silencio entre 5 y 6 horas diarias en un galpón tan frío como fuera posible.

Tal costumbre obedecía a motivos sanitarios. El frío disminuía la propagación de enfermedades infecto-contagiosas.

Por igual motivo, estas escuelas primitivas ofrecían un frugal refrigerio con aquello considerado el antibiótico animal más económico conocido para la época.

Como reacción a la ausencia de contenido de carácter práctico y estético de tal educación un grupo de individuos de buena posición económica, en su totalidad educados en el extranjero, crearon aquello que dieron en llamar Coaching all specialities in Mathematics. O, como vulgarmente se las conoce a partir de entonces, Casi Matemáticas.

Casi Matemáticas circuló en casi rumores, siendo perseguidos y censurados desde la educación religiosa estatal imperante en la época.

Comenzando casi en secreto con apenas media docena de alumnos gentiles, Casi Matemáticas se considera la primera institución educativa en impartir clases por igual a niños de clases sociales altas, a niños pobres y a niñas mujeres. Hasta entonces, la única educación ofrecida por las instituciones a niñas había sido la llamada Educación para el servicio de cabellerizas y para el matrimonio.

Con el transcurrir de las décadas, las Casi Escuelas ampliaron las disciplinas de coaching, constituyendo Casi Actuación, Casi Música, Casi Vóli, Casi Lenguas Extranjeras, Casi Yoga, Casi Danzas, Casi Nutrición, Casi Literatura y más. Casi más.

Excepcional en sus resultados, novedoso en sus métodos pedagógicos, anhelado en sus Casi limitados cupos de asistencia, la Casi Educación se conoce desde entonces por la rigurosidad de sus métodos y la implacabilidad de sus Casi profesores.

Durante el transcurso del siglo XIX Martulina Tamarinda Beltroncio de Costillar asistió a Casi Cursos en diversas disciplinas.

Aunque los registros de asistencia de la Casi Educación son infrecuentes, recientemente se han hallado registros de asistencia de la niña Tamarinda a sus clases de Casi Música.

El registro hallado da cuenta del ritual de Ofrenda por el día del Casi Músico.

Se cree que tal día celebraba la profesión de Casi Docente de Música en las Casi Academias, de modo similar a las efemérides de la actualidad.

La ceremonia formal de tal día consistía en cada alumno ofreciera al docente una interpretación de una composición musical estandard. Aunque no existen registros audibles ni partituras de tal composición, historiadores especializados en las escuelas de Coaching, Casi Historiadores, creen que la composición musical sería una canción breve al estilo del Feliz Cumpleaños.

La ofrenda, de caracter opcional, poseería arreglos a cargo de las posibilidades técnicas del pupilo. Irían desde una melodía sencilla para interpretación en el piano a complejos poemas sinfónicos de múltiples voces en los cursos más avanzados.

A continuación se transcibe el registro hallado entre la pupila de Casi Música, Tamarinda Beltroncio, y su docente, de identidad desconocida, para tal ocasión.


Casi Profesor,

Por Orfeo que su presencia resulta ingrata. Su compañía es fría como el fondo abismal del Lago Tígrites
1, sus indicaciones son secas como el chasquido del látigo de montura al arengar el árido suelo. No se conoce haya pronunciado halago ni crítica a ningún pupilo, excepto en las indicaciones de sus exámenes. Su salón de clases posee el silencio del sepulcro.

Mas me lleven las corcheas si faltara a la verdad al decir que sus clases son extraordinarias y sus métodos brillantes.

Tenga a bien oir la composición del día de Casi Músico, arreglada, preparada y ensayada desde hace semanas.

Musicalmente suya,
Tamarinda.


Pupila Tamarinda,

Debe trabajar sobre los tiempos de los compases de la segunda parte. Ejecutó todos a destiempo.
Su mano izquierda carece de agilidad y de gracia. Tenga a bien ejercitar por separado su mano izquierda de su mano derecha.
La postura del lado izquierdo de su cuerpo durante la ejecución es rígida.
Cuando prepare la composicón el año entrante tenga a bien comenzar sus ensayos dos meses antes de la interpretación.
Ya puede interpretar la obra completa. Ensaye de modo diario un número de veces fijo, como cuando realiza abdominales o sentadillas. 10 o 15 ensayos diarios han de ser suficientes.

Ago 2024
20
19:08

– Doctora.
– Tome asiento, por favor. Dígame.
– He traído los resultados de los estudios clínicos.
– ¿Puedo verlos?
– Por favor. Aquí están.
– …
– …
– Bien. Están bien. Voy a recetar un estabilizador de vitaminas. Sentirá algunas molestias pasajeras.
– No es necesario, Doctora.
– ¿Cómo dice?
– Reconozco un diagnóstico terminal cuando lo veo reflejado en las miradas de las jóvenes estudiantes de medicina que entregan los resultados clínicos.
– Es tratable. Puede pensarlo como una enfermedad crónica leve.
– Excepto que no lo es.
– Existen tratamientos nuevos que presentaron buenos resultados. Hay otros en fase de ensayo clínico.
– Agradezco sus esfuerzos. No es necesario, Doctora. Esto termina ahora, aquí mismo.
– ¿Ya era decisión tomada antes de abrir la puerta del consultorio?
– Era decisión tomada desde mucho antes que Ud. viniera de la capital para interrogarme por primera vez hace 5 años, Dra. Creí que Ud. lo había comprendido durante ese interrogatorio.
– ¿Por qué motivo está aquí ahora?
– Para despedirme de Ud., Doctora. Para informarla.
– ¿Qué desea informar?
– Qué es Ud. un buen profesional, considerando la lata de gusanos que es el ejercicio de su profesión en este lugar. Que ha hecho lo mejor que pudo. Que su trabajo es tan inútil y carente de sentido como el mío, como cualquier otro. Entre 2 y 10 veces mejor pago que el mío, pero igual de inservible.
– ¿Le parece?
– Me parece. ¿Oyó hablar de la profesión de guía del fin de vida de Jai Qu?
– Nunca he oído al respecto.
– En la antiguedad de Jai Qu, cuando la demencia senil era irreversible e incomprendida, cuando no existían tratamientos químicos, ante el diagnóstico de los primeros síntomas de demencia senil un guía del fin de vida ofrecía al paciente tiempo de conversación.
– ¿Terapia psicológica?
– No. Nada más alejado de tal que la psicología. La creencia de la demencia senil era que el cerebro de las personas mayores anulaba gradualmente los recuerdos dolorosos, los sufrimientos pasados, preservando únicamente los recuerdos amorosos y gratos. En casi la totalidad de los casos estos recuerdos eran de la infancia, de la juventud. De los hijos, de las personas amadas. Aquellos ancianos transcurrían los días de su vejez aguardando la muerte recordando los breves instantes de felicidad con personas amadas, único modo de tolerar el decaer del propio cuerpo físico, de aceptar con dignidad que el amor, cualquier amor, es fisiológicamente asunto de jóvenes. Que ya no será. Resultó ser una descripción bastante acertada de lo que ocurre en la realidad. El guía del fin de vida ofrecía conversación activa al anciano, preguntando sobre los recuerdos felices, estimulándolos, indagando la mayor cantidad de detalles mientras el paciente aún permanecía lúcido. Lo llamaba la preparación para el después de la vida, the after life.
Lo preparaba para su muerte, que ocurriría mucho antes de su deceso.
– …
– Algunas personas adultas permanecemos muertos en estos recuerdos desde hace años, Doctora. Los únicos recuerdos felices. Ninguno de sus tratamientos posee el mínimo valor, excepto como su entretenimiento propio hasta el deseado deceso físico y como la imágen de heroes en estetoscopio para proyectar hacia sus hijos. En muchos sentidos, su trabajo empeora las cosas.
– …
– …

Poniéndose de pie, la doctora se dirigió al boticario en el rincón del consultorio, un mueble antiguo de roble oscuro, macizo. En su interior abrió una caja con cerrojo. Tomó dos blisters de diferentes colores, cerrando el mueble con llave.
Tomó asiento, dejando los blisters sobre su escritorio frente al paciente.

Cada blister contenía una única pastilla grande, alargada, de puntas semiesféricas, de color grisáceso y aspecto rugoso.

– ¿Qué debo esperar si los tomo?
– Por separado no producen ningún efecto. Si los toma a la vez, a los 15 minutos sentirá sonmniolencia profunda. A los 25 minutos perderá el conocimiento. Su cuerpo estará anestesiado por completo a partir de entonces. A los 40 minutos todos sus órganos vitales fallarán a la vez. Llegado ese punto el deceso es instantáneo.
– ¿Es reversible?
– A partir de los 5 minutos de ingesta no lo es.
– …
– …
– Quisiera realizar un pedido más, si fuera tan amable.
– Lo escucho.
– ¿Podría tomar un vaso de agua del dispenser del consultorio?
– …
– …
– …

El paciente se puso de pie con lentitud. Tomó un vaso de papel de la parte lateral del dispenser, se sirvió un vaso de agua y volvió al asiento.

Del primer blister sacó la cápsula, que pasó a través de su garganta con un único sorbo de agua.
Del segundo blister sacó la segunda cápsula, que tomó de igual modo.

Tras unos breves segundos se puso de pie, se colocó su saco y ladeó su cabeza mirando a la Doctora.

– Doctora.
– …

Salió del consultorio caminando con lentitud, cerrando la puerta con suavidad.

Sep 2024
09
19:35

Industrias Químicas América, la América o América sin más en palabras de los habitantes locales, se emplazaba sobre uno de los laterales de la pequeña ciudad que lo era únicamente durante censos formales y con motivo de solicitar asignaciones presupuestarias.

Circulando hacia la ruta un disimulado desvío de camino angosto de ripio conducía hacia el camino de circunvalación.

Desde allí se llegaba al Cementerio, a los bosques, un descampado ralo con alguna ocurrencia de vegetación en forma de arbusto seco, grama amarillenta y árboles de uniforme coloración gris, y por último a la fábrica.

Fábrica y bosquecito poseían alguna celebridad lúgubre entre locales, sostenida por mitos y leyendas de pueblo.

Desde su construcción, 50 años antes, se comentaba que algunos jóvenes desaparecidos del pueblo se habían desvanecido en los bosques.

La fábrica química terminaba su jornada diurna a las 18 hs. La mayoría de sus trabajadores regresaba a sus hogares en la combi dispuesta por la empresa, aunque en ocasiones algunos de ellos elegían caminar por la circunvalación.

Uno de ellos era Kurt.

Kurt había conseguido su puesto de operario de bajo rango en la fábrica por recomendación e influencia de su, nombradamente, tío. Sin existir relación de parentezco, el hombre había asumido para sí la tarea de velar descuidada y esporádicamente por el joven Kurt, quién sabe a cambio de qué favores o beneficios para sí mismo en el pueblo.

En las primaveras, cuando el frío menguaba y el calor aún no agobiaba, Kurt recorría el camino a través del bosquecito, frente al tanque de la fábrica primero y al Cementerio después, para conectar con la primer calle de asfalto que indicaba el regreso a la civilización.

Tal sentimiento de foraneidad se sentía y expresaba dentro de la fábrica, al punto de nombrar ir al pueblo para expresar volver al centro del pueblo. La fábrica, como bosquecito y Cementerio, siempre fueron parte del pueblo.

Sobre el camino de circunvalación a la altura del tanque el aire se enrarecía. Los ojos picaban ligeramente y lagrimeaban. Se respiraba un aire áspero en la garganta. El cabello se electrizaba.

Los mitos del pueblo lo atribuían a brujerías y fantasmas. Los trabajadores de la América, más pragmáticos, al hidróxido de sodio, uno de los compuestos químicos usados en el proceso industrial del tanque.

Fue durante estas caminatas que Kurt conoció a María.

María atendía uno de los puestos de flores frente al Cementerio.

Durante las tardes, poco antes de cerrar, María acomodaba una banqueta pequeña sin respaldo en la vereda, junto a un cajón de flores, para observar remolinos de viento y ramas secas volar sobre el ripio de la calle desierta.


Se ignora cuándo o dónde comenzaron el romance. En el pueblo hay quien dice que María ofreció lugar en su pequeño automóvil para volver al pueblo. Oferta que Kurt aceptó con desconfianza primero, y con ansias luego.

Durante esos años Kurt manifestó la serie de transformaciones esperables en quién conoce la felicidad por primera vez en su vida.

Comenzó a cuidar su aspecto personal. Sábados por la mañana caminaba por el centro para admirar y elegir vestimenta. Cambió sus hábitos. Comenzó a realizar ejercicio a diario.
Adquirió un dije de un material opaco, sin brillo, que colgaba desde su cuello sobre su pecho. – ¿Qué es? – Una artesanía. Hecho en América. – ¿Tiene poderes sobrenaturales? – Ninguno. Aunque se comenta que el material con el que fue construído es indestructible. – ¿Lo es? – No lo creo.

El romance concluyó cuando María fue trasladada hacia otra sucursal de la florería en un pueblo algunos cientos de kilómetros de allí.

Los motivos del traslado fueron ambiguos. No es conveniente que continúe aquí dió como única explicación.


Kurt intentó mantener el contacto sin éxito. Tal se probó impractible en la cotidianeidad.

Los problemas en el pueblo comenzaron cuando Kurt perdió el rastro de María por completo. La línea telefónica le informaba un número fuera de servicio. Las cartas se extraviaban, con seguridad sin dejar nunca la oficina del correo del pueblo que escrutaba cada envío saliente y entrante.

Kurt comenzó a indagar en la florería y en el Cementerio. Cuando disponía de algo de tiempo y dinero buscaba rastros en los pueblos vecinos.

De tal modo supo que el nombre María era otro, tal como el nombre de la nueva empleada de la florería no era aquel que presentaba al público.

Al parecer, los traslados eran planeados y programados como sistema. Fue el administrador de una de las florerías de pueblos vecinos quien utilizó las mismas palabras que María para justificarlo. No es conveniente que las chicas se queden mucho tiempo en el mismo lugar.


Como su romance, la primer amenaza hacia Kurt ocurrió en el camino entre la fábrica y el pueblo.

Un automóvil sin patente se detuvo frente a él. Dejáte de joder con tus preguntas, o no te va a gustar, oyó Kurt del conductor del automóvil destartalado, los vidrios tan sucios de tierra y marcas de limpiaparabrisas que impedían ver quién o qué se encontraba dentro.


El jóven Kurt desapareció un día de primavera.

Se lo vió por última en la América, en el horario del término de la jornada laboral.


Las excursiones al bosquecito eran habituales durante las vacaciones estivales entre niños de edad escolar.

Solían ir en bicicleta. En parte alimentados de mitos de pueblo, en parte de lecturas y videos de aventuras, buscaban tesoros enterrados, fanstamas, animales fantásticos y brujas.

El niño que se presentó en la tienda de deportes para adquirir antiparras pagó en efectivo con un único billete arrugado, húmedo y maloliente.

El comerciante preguntó si planeaba realizar natación durante el verano. El niño respondió con una sonrisa en la que faltaba un diente.

Con antiparras, barbijo y bicicleta se dirigió hacia el bosquecito. Esta vez iría sólo. Nadie se había atrevido acompañarlo en esta expedición.

Entró al predio del tanque a través de un faltante de alambrado, 100 o 200 metros en la parte posterior del predio.

Ingresar al tanque ofreció algo más de dificultad. Debió forzar las rejas de hierro de una ventana pequeña, carcomidas por los vapores de la soda caústica, por la lluvia y por el tiempo.

El tanque lucía como un silo gigantesco de 20 metros de alto y 50 metros de diámetro.

Para su sorpresa, descubrió que el interior del silo era en su mayoría espacio hueco, con la excepción de algunas máquinas eléctromecánicas, una oficina delimitada con precariedad con biombos de cartón y un tanque de dimensiones más pequeñas, de un material similar al PVC.


El interior hueco del tanque externo de hierro oficiaba de aislante del tanque interno de plástico.

Quizás por este motivo su grito no se oyó ni en el camino de circunvalación.

Al descorrer algunos centímetros el mecanismo de la tapa superior del tanque el niño observó lo que parecía ser una sopa burbujeante, espesa y nauseabunda de trozos de carne sin forma, entre los que pudo reconocer algunos pares de pies y de manos.

En el pueblo hay quién afirma que dentro de la sopa de fertilizante burbujeante de cadáveres en soda caústica frente al Cementerio se hallaba el dije de Kurt, resistente a la corrosión de ácidos y de sustancias caústicas.

Dic 2024
07
17:17

En el año 1281, durante el transcurso de la invasión del ejército moghul a la isla Hansho, perteneciente al archipiélago Nippon, las embarcaciones moghul al mando de Kublai Khan sufrieron severas dificultades causadas por los vientos huracanados del Kamikaze, al punto de forzar al ejército invasor en su retirada.

La mitología atribuye los vientos del Kamikaze a los kami, espíritus o dioses terrenales, quienes acudieron en auxilio de la resistencia nippona.

En las costas del archipiélago el Kamikaze es conocido y temido por severo, por difícil, por peligroso.

El archipiélago hubo de esperar hasta fines del siglo XIX hasta adquirir la destreza técnica y la tecnología imprescindible para la navegación segura entre las islas bajo el indómito ejercicio del viento de los dioses.

Quizás por este motivo Nippon, el territorio, su cultura, sus etnias, su lengua, su religión y su emperador, construyó su relación con sus mares y con sus ríos más a través del desarrollo de la pesca y de la producción que a través de la navegación mercantil y del consumo, eufemismo del tráfico de influencias y de relaciones sociales que subyacen bajo el manto de aquello que se llama intercambio comercial.

Transcurridos 8 siglos desde el instante en que el Kamikaze repeliera de modo definitivo la invasión moghul de Hansho, la prensa popularizó el término al designar tal una escuadra de aviones especiales del ejército Japonés, dotados en su interior de un torpedo de nombre ota, los que en vez de lanzar desde el aire la bomba hacia el objetivo dirigía el avión mismo y su hipotético piloto hacia la cubierta de las embarcaciones invasoras, buscando producir mayor daño material en la embarcación.

Fue esta escuadra aérea aquella que Saijin Nanami eligiera, por su propia voluntad, al instante de enrolarse entre los soldados del Emperador para el combate contra el ejército invasor de Iwo Jima.


Saijin Nanami nació y se crió en las una de las tantas zonas rurales de Nippon, alejado de los grandes centros urbanos de Tokyo y Kyoto.

Durante su infancia los caminos rurales entre poblados se decían peligrosos.

Su ardua geografía de montaña y la presencia de bandidos rurales disminuían la velocidad de las monturas a paso de hombre, y la marcha de hombre a salto de rana.

Saijin no conoció otras localidades hasta finalizada su adolescencia, instante en que se trasladó a la ciudad más cercana al poblado para continuar allí sus estudios universitarios.

Su educación fue aquella de la educación formal general en Nippon, siguiendo los lineamientos del kokoro. Corazón grande, mente despierta, espíritu firme, mentalidad clara, humanidad acogedora.

El origen de su tendencia a la melancolía ha de hallarse en otro sitio. Con seguridad su educación doméstica, más solitaria y descuidada que la del promedio de su generación.

Ya adulto, al encontrar fortuitamente la solicitud de enrolamiento al ejército como parte de la escuadra Shinpu Tokubetsu Kogekitai lo decidió de inmediato.

Su motivación no era seguir el código de honor del Bushido, ni tampoco lo era imitar el sacrificio del seppuku, sacrificio de honor atribuído a los soldados rasos, casi sirvientes durante la era Takugawa, llamados con posterioridad samurai.

Saijin Nanami deseaba terminar con su vida. Nada más. Nada menos.

Enrolarse en la armada de su país le permitiría hacerlo de modo eficiente, en beneficio de Nippon y en perjuicio de nadie.


El día previo a su misión aérea fue en todo similar a cualquier otro día.

Almorzó su plato predilecto. Dos dumplings al vapor acompañado de un cuenco de arroz blanco y té aromatizado.

Por la tarde caminó a través de los senderos de piedras y de puentes de madera entre los estanques de la base aérea.

Se retiró al dormitorio individual, una pequeña habitación sin lujos ni decorados, con la excepción de una antigua partitura musical, la primera que pudo ejecutar de principio a fin, enmarcada tardíamente con sus bordes resecos, amarillentos y ajados, que colgaba de la pared, sobre una silla de madera oscura haciendo las veces de otomano.

El día de la misión despertó con la luz del sol a la hora de siempre.

Tomó su desayuno de té con 4 piezas de sushi y el cuenco pequeño de ensalada de brotes y tófu en el comedor comunitario, junto al resto de sus pares.

Muy pocos de ellos estaban asignados para la misión de ataque de la tarde. Exceptuando éstos, ignoraban que ese día sería el último de Saijin en la base.

Subir al avión se sintió igual a cada vuelo de entrenamiento y de reconocimiento.

Ubicarse frente al tablero, respirar, encender las turbinas, repasar una a una, de modo pausado, las directivas para el despegue, verificar las mediciones esperadas, respirar, comenzar el despegue, estabilizar el vuelo. Respirar.

Encontrándose aún en altura fuera de alcance del fuego antiaéreo enemigo, el avión debía apagar sus turbinas para descender gradualmente primero, en picada después, sobre la cubierta del portaaviones.

El inconveniente técnico ha de haber ocurrido un instante posterior al apagado de motores.

Uno de los alerones laterales debió atascarse, desviando sutil pero significativamente la trayectoria del planeador.

Controlando únicamente la dirección del lateral opuesto, lejos de su objetivo, Saijin se las ingenió para dirigir el avión sobre una pequeña isla del archipiélago sin habitar.

El aterrizaje sobre la vegetación tupida de montaña fue brusco, pero sobrevivió entero para abandonar el avión y recuperarse.

Hasta donde pudo investigar, era el único individuo en la isla.


El tiempo transcurrió. La acciones bélicas finalizaron.

Occidente dió inicio a su modernidad de posguerra.

Nippon se recuperó como si las acciones bélicas nunca hubieran existido.
Reanudó la vida, las costumbres, las tradiciones.

Durante el día Saijin realizaba la rutina en el refugio que construyó para sí, en la montaña, con más similitudes y carencias que diferencias con otras rutinas de su vida anterior a la montaña.

Por las tardes, cuando el sol o el frío recomendaban preferir el tiempo de espera a la acción, buscaba mecanismos e ingenios capaces de trasladarlo de vuelta hacia la civilización. Sin éxito.

Aunque la construcción de una embarcación estuviera en el rango de sus posibilidades técnicas y de sus saberes, la costa del mar bravío le impediría avanzar en cualquier dirección.

Esa mañana, encontrándose en…

– Disculpe, quisiera conversar brevemente con Ud.

Ya había ocurrido con anterioridad. La soledad de la isla, la ausencia de voz audible, el ronroneo perpetuo del mar, el viento en la montaña con cierta frecuencia producían el espejismo auditivo de voces humanas.
En tales ocasiones, Saijin …

– Autor. Disculpe. No son voces. Soy yo. Quisiera conversar brevemente con Ud.

Saijin Nanami permenció de pie, mirando al frente, expectante.

– Soy yo, Saijin Nanami. Me encuentro aquí, en la página frente a Ud. ¿Podría conversar brevemente con Ud?

El autor permaneció inmóvil durante unos segundos.

En décadas de escritura y de estudio era la primera ocasión en que un personaje solicitaba conversar con él mientras redactaba.

– ¿Saijin?

preguntó el autor, movido más por la prudencia que por el desconcierto.

– Sí. Saijín Nanami. Pero Ud. ya conoce eso.
Me consta que dirigirme a Ud. es… irregular. Mas, habiendo considerado la cuestión, deseo conversar con Ud. por un breve instante.


– ¿De qué querría conversar con quién lo redacta, Sr. Nanami?

– Deseo realizar un pedido a Ud., en su calidad de autor del texto.

El autor hizo silencio. Buscó entre recuerdos y saberes de sus años de estudio, entre sus clases, entre sus cursos de perfeccionamiento, hasta entre las clases con sus alumnos si alguna vez se mencionó la posibilidad que el personaje realice pedidos al autor.

No recordó ningún evento similar.

– Sr. Nanami, la situación es algo irregular, es cierto. Mas las reglas de cortesía mandan que atienda su pedido. Si realiza un pedido tan inusual ha de existir un motivo atendible. Sr. Saijin Nanami, por favor, ¿qué puedo hacer por Ud.?

– ¿Recuerda un antiguo personaje femenino, que redactó hace ya un tiempo largo?

El autor se desconcertó aún más. Hizo memoria. Recordó personajes femeninos, intentando adivinar cuál podría referir Saijin.

– He escrito y recuerdo algunas decenas de ellos. ¿Podría proveer algún dato más concreto?

– Su nombre es Momozono.

Sí. Recordó. El autor recordó como si lo hubiera escrito por la mañana.

Momozono era uno de los personaje más adorables que tuvo oportunidad de redactar.
De belleza y simpatía únicas, sin gota de tinta de maldad ni de cinismo, sin egoísmo, era sin duda el personaje femenino más amable que escribiera.

– La recuerdo. ¿Qué ocurre con ella?

– ¿Podría redactar una nueva historia con ella?

– ¿Qué quiere decir, Sr. Nanami? ¿Qué tipo de historia?


– De amor. Una comedia romántica. ¿Podría besarla una vez más?

El autor comprendió. La sorpresa se esfumó a la par de su sonrisa.

– No Saijin, no es posible.

– ¿Por qué no?


– Porque esa historia no depende de mí. Ni de Ud. Momozono fue clara y honesta. No hay nada que yo pueda redactar al respecto.

– Pero Ud. es el autor, Sr. Autor. Imagine algo. Escriba algo. Un beso más. Uno más. Después regreso a nuestra rutina de montañas y de rocas y de caminatas por la selva. Un beso suyo más es todo lo que pido.

– No Saijin. No podría redactar un beso más entre Momozono y Ud.

– ¿Por qué no?

– Porque le haría mal a su melancolía, Sr. Nanami. Recuerde el tiempo posterior a sus besos con Momozono.

– Lo recuerdo. Por ese motivo realizo el pedido.

El autor sopesó durante un instante cómo explicar a Saijin Nanami.

– Un encuentro con Momozono sería un suicidio para Ud., Saijin. No puedo redactar eso. Ni aunque Momozono lo permitiera. Ni aunque Monozono lo aprobara.

– Aún si lo fuera, lo volvería a hacer. Volvería a besarla el instante que me lo pida.

Saijin Nanami permaneció de pie, ahora observando el suelo de roca firme de la montaña.

Tras tantos años, el autor se encontraba consternado, sin saber cómo obrar.

¿Qué debo hacer? Nunca antes un personaje realizó un pedido igual. Vamos, nunca antes un personaje me dirigió la palabra durante la redacción.

Pero entiendo su pedido. Yo obraría igual.

– Ud. obraría igual, Sr. Autor. Cuando viaja a la capital aún almuerza sólo en el barrio chino, y en la pizzería.

agregó Saijin, casi en susurro para sí mismo.

Es cierto. En el mismo sitio. Un kiosco de dos metros a la calle con un banco de madera frente a él. Voy siempre sólo. Siempre caminando. Aunque el hotel se ubique a 50 cuadras de distancia.
Pido un pinche de verduras. En ocasiones dos, para postergar algo más el regreso.

Y a la pizzería. Aunque sea ruidosa. Aunque tenga un TV encendido frente a las mesas. Aunque las mesas no posean mantel. Aunque el nutricionista me diga, quizás en broma, quizás en serio, que si como pizza y grasas otra vez deja de atenderme.

Me ubico en una mesa alejada, sólo, y ordeno dos porciones de fugazzeta rellena y un chopp. Amo esa pizza, aún cuando no sea la pizza lo que más amo de allí.

– Yo sé por que Ud. hace eso.

interrumpió Saijin.

Saijin me interrumpió.

Lo observé de frente. Una lágrima se encontraba a punto de caer al suelo de roca, en la proximidad de las anteriores.

Sí. Sé que sabe.

– Creí que ya no me iba a hacer llorar, autor.

me dijo Saijin Nanami, sin reproche.

De verdad prometí eso.

– Todos los autores prometemos eso a nuestros personajes. Como los padres prometemos eso a nuestros hijos.

– ¿Alguien lo cumple?

– Nadie. Pero todos lo intentamos.

El autor no sabía qué escribirle a su personaje.

– ¿Entonces, Sr. Autor?

preguntó Saijin.

– Entonces nada, Sr Nanami. No depende de Ud. Ni de mí.

Saijín asintió, como muestra de compresión.

Dió media vuelta para regresar con lentitud hacia el refugio.

Yo permanecí frente al texto desierto un tiempo más. Pura roca y vegetación en una isla ignota del Nippon. Quizás regresara.



No regresó.

Aún extraño esa comida china. Esa pizzería. Esa risa. Esas manos.

Prometí que no iba a llorar más, recordó el autor.

De verdad prometí eso.

Todos prometemos eso. Nadie cumple.

¿Entonces, autor?

Entonces nada.

Entonces

Fin

Nov 2024
17
08:56

Las comidas de Cliverford

La localidad de Cliverford es conocida por la reticencia de sus ciudadanos a concurrir a restaurantes. Tales ocasiones ocurren únicamente cuando la invitación es hacia desconocidos, o cuando quien la organiza es una institución.

La cultura clivifordiana considera la invitación personal a comer un rito social más amplio que el placer de degustar sabrosos manjares servidos por terceros. El rito incluye la recepción de los invitados, la preparación de los manjares, la preparación de la ambientación, la degustación y la agradable convesarción de sobremesa, que ha de extenderse al menos durante los 40 minutos posteriores.

Huéspedes e invitados han de preparar y cocinar juntos aquellos manjares que habrán de degustar.

Su cultura considera la invitación, la preparación conjunta de las comidas y la posterior conversación una experiencia más rica y placentera que el mero placer de ser servidos por terceros.

Tal cultura se cultiva de padres a niños desde la más temprana edad en el ritual del desayuno de Cliverford.

El desayuno de Cliverford se sirve una hora antes del comienzo de las tareas diarias.

En primer lugar se prepara la mesa del desayuno, a la que concurre la totalidad de la familia.

Una vez que la familia completa se ha sentado comienza su preparación. Nunca antes.

Aunque los desayunos son sencillos, su preparación pausada y paulatina propicia el tiempo de conversación acerca del día por venir, prolongándose durante una hora exacta.

Como en todo evento de organización colectiva, el desayuno de Cliverford posee una estricta estructura jerárquica en su organización. Existiendo uno o dos organizadores a cargo, los comensales solicitan a ellos la preparación de sus tostadas con mermelada, una segunda taza de café con leche o los trozos de naranja sin piel.

A su vez, toda vez que una estructura jerárquica imprescindible en cualquier organización puede ser a la vez dinámica, los roles de los organizadores del desayuno rotan a diario o semanalmente, alternando tareas y distribuyendo equitativamente los saberes derivados de su ejercicio.

La TV y la radio se prefieren apagadas, considerándose contaminación auditiva, aunque algunas
familias encienden música ambiente sin letras. Tal música suena en frecuencias de onda específicas que
generan armonía y sensación de placidez en sus oyentes.


La ceremonia mortuoria de Krovach

En la localidad de Krovach la ceremonia mortuoria se celebra en el hogar del difunto.

Preparado el sepelio por especialistas que concurren al hogar del difunto, se prepara el cuerpo para su despedida de conocidos y desconocidos con la ambientación adecuada de su hogar.

La cultura de Krovach considera que el difunto ha de agradecer los concurrentes de su despedida a través de algunas ofrendas materiales sencillas.

Para tal fin se prepara abundantes manjares, ofrecidos y servidos durante la ceremonia que suele alargarse entre 12 y 24 hs. Tal generosidad es descontada por el Estado de Krovach de los bienes materiales remanentes pertenecientes al difunto.

Así mismo, al retirarse de la ceremonia cada concurrente posee el derecho de llevar consigo un objeto del hogar que en vida perteneciera al difunto.

Quienes asisten al sepelio del difunto salen de él cargando cuadros originales, vajilla de plata, recuerdos familiares, libros, electrodomésticos.

Aquellos con más experiencia en concurrencia a sepelios ajenos lo hacen mejor preparados, teniendo la precaución de disponer de un medio adecuado para retirar muebles pequeños, bibliotecas, camas, mesas u otro amoblamiento.

Los concurrentes más astutos, quienes conocen el valor de cierta documentación, inspeccionan bajo-fondos, cajas fuertes, cajones, computadoras y alacenas en búsqueda de escrituras, valores al portador, dinero en efectivo, tarjetas de crédito o cualquier documentación capitalizable en dinero.

Los concurrentes académicos rebuscan en la biblioteca y cuenta de email del muerto tesis, trabajos originales o ideas que puedan utilizar en sus propias actividades.

Transcurrido el tiempo reservado a la despedida, los invitados se retiran del hogar saqueado hasta los sócalos, en el que únicamente permanece el cajón mortuorio, ya sin arreglos ni florituras, también extraídas con habilidad por familiares, por conocidos y por desconocidos del muerto.

El muerto es conducido desde allí hacia su cremación por la empresa fúnebre perteneciente al estado de Krovach, sin más ceremonia ni procesión que le siga.


Sep 2024
17
16:18

Con sobrada justeza, el Museo Universal de la Cartografía goza del título informal de Museo más Bello del Mundo.

En sus inicios, durante los primeros años del siglo XX, el Museo comenzó como un juego de Búsqueda del Tesoro algo más sofisticado que otros. Se llamó a sí mismo La Caza del Tesoro.

Apenas dos salones, una recepción con el escritorio de expendio de entradas al valor de la moneda más depreciada de entonces, el salón principal en el que se exponían una serie de mapas en parte pintados a mano, en parte construídos de la superposición de recortes de ilustraciones de libros.

Curado por el organizador de la búsqueda del tesoro y por sus padres, los mapas enmarcados en varillas de madera balsa sin barzinar ni protección de vidrio indicaban a los visitantes las posiciones en la ciudad en que podrían hallarse algún objeto considerado de valor.

Con el transcurso del tiempo, de los estudios y de la práctica, sus curadores adquirieron mayores destrezas técnicas en dibujos, pinturas, textos, y cartografía, ampliando la muestra inicial hacia nuevas manifestaciones cartográficas.

En la actualidad, el Museo Universal de la Cartografía ocupa la superficie de aproximadamente 3 hectáreas completas en las que se encuentran los mapas propios y originales más bellos expuestos en museo alguno.

El Salón de los Cielos, salón/observatorio ubicado sobre el tercer piso del museo, ofrece mapas del cielo nocturno observados desde distintos puntos de la Tierra a la par con los mapas de las ubicaciones desde que tales cielos son observables.
Comprobar que el cielo no es el mismo en el continente Sur que en el continente Norte nunca cesa en su efecto de asombro en quienes apenas prestan atención a las estrellas de navegación de la antigüedad.

El Salón Musical expone mapas de las partituras clásicas. Con cada partitura desplegada en cientos de
pentagramas musicales pintados a mano por especialistas se aprecian las indicaciones de dirección musical en forma de señas e ilustraciones icónicas para su comprensión y disfrute. Los visitantes disponen de auriculares en los que se sintoniza aquellas sinfonías que las cartas describen.

La Sala Bach expone los Conciertos de Bradenburgo en una secuencia de salones espiralada tal que los visitantes del Museo más distraídos acaban visitando cíclicamente el comienzo de la exposición.

El Salón de Literatura documenta las peregrinaciones más conocidas y leídas de la literatura. Decenas de mapas detallan los pasos de Frodo Bolsón desde La Comarca hasta Mordor, los Viajes de Gulliver por las tierras de Lilliput, de Laputa y la tierra de los Yahoo, los de Alicia en el País de las Maravillas, y las idas y venidas de Adán Buenosaires. El clásico regreso de Odiseo a Ítaca. Mapas de la Irlanda actual documentan los cuentos Dublinenses y la peregrinación nocturna del Ulises, mapas de Oriente los viajes de Marco Polo, cartas de Navegación siguen la estela de las aventuras de Sandokan por el África y Asia, mapas de Italia rastrean las aventuras amorosas de Casanova y los de Europa el regreso de Primo Levi desde Auschwitz a su Italia descrito en La Tregua.

El Salón de Prisiones y Escapes expone los planos de las prisiones famosas y de sus planes de evasión. El escape de Giacomo Casanova de su prisión, ocultando una lima de hierro en un libro debajo de una cazuela caliente de tallarines, los escapes fallidos de Alcatraz, la sofisticada fuga y retorno al Gran Hotel Budapest de su romántico conserje.

El Parque de Laberintos es a un tiempo salón de exposición y en sí mismo laberinto. El museo dispone de guías en cada salón, único modo viable de hallar la salida de muros tan similares entre sí, en los que se ilustran los laberintos más bellos y sofisticados de la literatura y del cine.

En la Sala de Anatomía cuelgan ilustraciones manuales de los sistemas biológicos que constituyen los cuerpos de las especies. Desde el ciclo de la respiración hasta la síntesis de proteínas intracelular están documentados.

El Restaurante del Museo se encuentra rodeado de las exposiciones de platos del mundo. En ellas pueden rastrearse los orígenes y las migraciones de los platos culinarios más diversos, desde las comidas rápidas a los más exóticos y desconocidos.


Cuando el caballero alto, distinguido, de aspecto cuidado y sobrio se acercó al bibliotecario nada indicaba que se tratara del incidente más curioso que ocurriera en la biblioteca.

– Disculpe. Yo he pedido un libro en calidad de préstamo hace exactamente 7 días.
– ¿Desea renovar el préstamo?
– No.
– ¿Devuelve el libro?
– Tampoco.

El bibliotecario observó al socio, aguardando más información.

– He perdido el libro.
– ¿Cómo ocurrió?
– El relato completo no cabría en el breve resúmen de una conversación.
– Debo informarle que me veo en la obligación de solicitar la reposición del libro, o su equivalente en dinero.
– Cuento con ello. Durante el transcurso de la semana entrante podría acercar un nuevo ejemplar. ¿Tal proceder resultaría conveniente?
– Por supuesto. La biblioteca agradece su comprensión.

Tras una breve pausa, el caballero agregó.

– Existe otra cuestión más que deseo mencionar.
– Por favor, diga.
– No es el único libro perteneciente a esta biblioteca que he perdido.
– ¿Cómo dice?
– Por favor, reciba la lista exhaustiva de libros que he perdido durante los pasados meses.

El caballero extendió un papel carta grueso, de extraordinaria calidad y estremecedor tacto, en el que se leían una lista de alrededor de 20 libros escrita en la más correcta de las caligafrías en pluma de tinta.

El bibliotecario leyó la lista con desconfianza.

– Estos libros no figuran prestados en el sistema.
– Lo sé. No han sido prestados.
– En ese caso, ¿cómo pudieron haberse perdido?
– Si fuera tan amable de comprobar la ausencia de tales ejemplares por Ud. mismo, podría explicarle.

El bibliotecario así lo hizo.

Regresó 10 minutos más tarde, visiblemente alterado.

– ¿Qué ocurrió con los libros?
– Los he robado.
– ¿Cómo ha dicho?
– Como ha oído. Los he sustraído aprovechando diferentes ocasiones en que todos en la sala se encontraban distraídos.
– ¿Y por qué lo admite ahora?
– Porque los he perdido. Me siento en obligación de informarlo a la biblioteca.
– …
– ¿Podría reponer estos ejemplares también?
– Ya lo creo.

Respondió el bibliotecario en el mismo instante en que se comunicaba con la seguridad de la biblioteca para informar el incidente.


Existe un conjunto de leyendas en torno al Museo Universal de la Cartografía.

Una de ellas discurre acerca de mapas secretos cifrados en mapas ocultos en salones ocultos en exposiciones, con significados que únicamente los iniciados en el mito podrían decodificar con correctitud.

De acuerdo a esta leyenda, existe una sociedad secreta de escritores dedicados a formar la biblioteca secreta más asombrosa del mundo.

Para tal fin, tras seleccionar con minuciosidad las bibliotecas deseadas, impostando ser socios pierden o destruyen ejemplares de libros suyos o de otros escritores pertenecientes a su sociedad. Tales ejemplares se reemplazan por ejemplares únicos de versiones modificadas de estos libros.

Estos libros develarían los secretos mejor guardados de este universo, mas sólo a quién conociera qué ejemplares son éstos, y en qué orden han de leerse.

La información de estas bibliotecas y de estos ejemplares se encontraría codificada entre las cartografías de algunas de las exposiciones de peregrinaciones literarias existente en las salas del Museo Universal de la Cartografía.

El Museo más Bello del Mundo.

Sep 2024
25
12:16

Con el objeto de adquirir práctica en el arte de la desenvoltura y el saboreo del alfajor de kiosko se propone el entrenamiento riguroso y constante desarrollado durante siglos en el Oriente.

De ser factible, el entrenamiento ha de realizarse entre los meses de Septiembre y Diciembre, siempre que Ud. se encuentre en el hemisferio Sur.

De hallarse en el hemisferio Norte, ha de adaptar la fecha de modo que coincida con aquella de la estación primaveral en el sitio en que se encuentre.

Los ejercicios se han de practicar a diario, en soledad, en un entorno tranquilo y relajado, durante un periodo que varía entre 3 y 6 meses. La duración precisa se ha de determinar de acuerdo a los objetivos propuestos y logros alcanzados.

El ejercicio comienza cada día una hora previo al comienzo de las tareas cotidianas.

Si deja su hogar a las 7 am, ha de comenzar a las 6 am.

Despertar 6 am varía en dificultad, dependiendo de factores climáticos y ambientales.

Con motivo de facilitar el inicio del día de buen humor y con energías físicas y anímicas lo más efectivo es preparar café y tostadas.

En tiendas de venta de productos de electricidad conseguirá timers eléctro-mecánico.

Setee tal dispositivo para funcionar entre las 6.55 am y las 7.10 am.

Conecte el timer mecánico al tomacorriente de pared.

Conecte la cafetera eléctrica con una cucharada de café y agua al dispositivo de tiempo.

Prepare dos rodajas de pan. Ubíquelas dentro de la tostadora. Conecte la tostadora al disposivito.

Este dispositivo es mecánico. En su interior posee un puente de contacto, inicialmente apagado. Al permanecer conectado a la red eléctrica los engranajes de su reloj interno giran hasta cerrar el puente a la hora de inicio, habilitando el paso de la electricidad. A la hora de corte, 7.10 am, el puente eléctrico se abre otra vez, concluyendo el paso de electricidad.

Calibrar el timer le asegurará que las tostadas no se quemen.

El sonido de la cafetera, el aroma del café recién filtrado y el de las tostadas produce un ambiente amoroso, de buen humor y de camaradería.

La cafetera esparcirá sutil pero notablemente su cafeína en el aire del entorno, activando endorfinas que lo ayudarán a despertar con energía y voluntad para afrontar el día por venir.

Puede encender música ambient relajante a bajo volúmen, sin letras.

Levántese. Realice 3 minutos de elongación y movimientos de ejercicios de Yoga. Tal le brindará mayor flexibilidad y movilidad en sus articulaciones.

Hierva 2 tazas de agua caliente. Viértalas en una tetera pequeña.

Si lo desea, prepare té en ella. De otro modo puede preparar café o capuccino, agregando al café una cucharadita de cacao y una cucharada de dulce de leche o de leche condensada.

O puede beber agua caliente con una cucharada de miel y de limón. O únicamente una taza de agua caliente.

Para el aprendizaje del arte de saborear el alfajor usará galletitas con dulce.

Serán aquellas presentes entre galletitas surtidas, seleccionando las que posean dulce en su cubierta superior, o aquellas que asimilen tarteletas rellenas de dulce.

De preferirlo, arme Ud. mismo las galletitas a partir de tartelatas saladas, dulce de leche, Nutella y mermelada.

El tamaño de las galletitas de entrenamiento ha de ser aproximadamente el de una moneda grande.

Las galletitas se han de guardar en heladera en toda ocasión. Aún encontrándose en su envoltorio cerrado.

Antes de retirar las galletitas de la heladera, prepare la mesa del desayuno.

Extienda el mantel. Coloque los individuales. Prepare la bandeja del desayuno con una taza de infusión.

De la heladera retire 3 galletitas. Preséntelas en una panera pequeña de mimbre, o cuenco pequeño de cerámica o de plástico.

Ubique la panera en la bandeja de desayuno.

Las galletitas estarán demasiado frías para saborearlas de inmediato.

Aguarde 5 minutos antes del primer bocado bebiendo la primera taza de su infusión.

Transcurridos los 5 minutos pruebe la primera galleta.

Mastique con ritmo preciso y regular, manteniendo una frecuencia de 1 mordida cada dos segundos exactos durante al menos 20 masticaciones. De ser factible, 30.

Mientras realiza las masticaciones cierre sus ojos y concéntrese en los aromas y sabores percibidos de la galletita.

Identifique y aisle diferentes sabores y textura de la galleta: su masa salada, el chocolate, el dulce de leche, la mermelada, la avellana del Nutella.

Al finalizar la masticación continúe saboreando la reminiscencia de tales aromas y sabores.

Respire por su nariz de modo pausado, manteniendo una frecuencia regular. Inhale hasta llenar sus pulmones, luego exhale lentamente, también por su nariz.

Podrá experimentar los aromas reminiscentes chocolatados del bocado.

Respire de ese modo durante 5 minutos.

Sírvase la segunda taza de infusión.

Tenga la precaución de haber dejado el jarro de infusión en la cocina.

Tal forzará una breve caminata hasta la cocina para volver con la bandeja de desayuno y tetera para servir la segunda taza de infusión.

Vuelva a la cocina a dejar la bandeja del desayuno.

Regrese a la mesa.

Beba la segunda taza de infusión durante al menos 3 minutos.

Proceda con la degustación de la segunda galletita, en todo igual con los ejercicios de la primera ocurrencia.

Finalizada la degustación de segunda galletita continúe bebiendo la infusión.

Deguste la tercera y última galletita.

Al finalizar infusión y galletitas aguarde 5 minutos en la mesa.

Realice una lista breve de los hitos más importantes que realizará ese día.

Si no los recuerda, escríbalos en su libreta de bolsillo de quehaceres cotidianos, ideas ocurrentes, passwords de cuentas online y nombres de personas que lleva consigo en toda ocasión, método infalible para recordar información al finalizar el día.

Concluya el desayuno bebiendo un vaso de agua fría de heladera. El água fría, o el té caliente, interrumpirá el aroma chocolatado en el paladar, refrenando el deseo de ingerir la siguiente galletita.

Casi sin notarlo habrán transcurrido entre 40 y 60 minutos desde que comenzara su desayuno.

Repita el ejercicio con frecuencia diaria durante al menos 3 meses, hasta naturalizar el hábito.

Transcurridos 3 meses estará en condiciones de realizarlo con un alfajor algo más grande.

Al retirarlo de la heladera córtelo en 4 porciones más pequeñas, tal como procede con tortas y budines.

Ejercite a diario de este modo durante 3 meses adicionales.

Transcurridos 6 meses de práctica cotidiana se encontrará en condiciones de saborear un alfajor de kiosko en circunstancias urbanas.

Oct 2024
12
16:01

Someone screamed – Pink Floyd – The Final Cut

Con su último aliento, tras 2 días de caminata de montaña, el hombre hizo pie en el descanso de roca y precipio.

Se acercó con prudencia a la niña, quien permanecía de pie, dos pasos de distancia del límite entre la roca y el precipio.

Rupi no volteó a mirar al hombre ni desvió su mirada del horizonte. Tampoco emitió sonido ni mostró interés en realizar ningún movimiento.

– Sabía que iba a encontrarte aquí dijo el hombre, aún respirando con dificultad tras el esfuerzo de la caminata.

Silencio.

– Rupi, estás siendo irracional. Son tan solo leyendas oídas de viejos magos, de brujas aún mas viejas, de ancianos más cerca de la locura que de la sabiduría. Estás comportándote como una niña.

Por primera vez Rupi giró su cabeza para observar al mago, quien la había criado y cuidado desde que la hallara.

– Soy una niña le dijo en tono seco, seguro y obvio. La respuesta más adulta y lógica que el mago escuchara en décadas.

– Sabés qué quiero decir, Rupi. Son leyendas. Historia antigua. Maldigo la hora en que esa hechicera relató aquellas historias junto al fuego.

Rupi continuaba mirando hacia el horizonte, los ojos apenas entreabiertos para amortiguar el sol de frente que comenzaba su descenso diurno tras las lejanas montañas cruzando el valle.

– ¿Qué esperás que suceda?

– Aguardo la llegada de los míos.

El mago dirigió su mirada al suelo con un leve resoplido, negando con su cabeza, mas no dijo nada.

Permanecieron de ese modo durante media hora.

La luz del poniente ya comenzaba a ceder su lugar a las primeras sombras vespertinas que bajaban desde lo alto de las montañas, frente a ellos, hacia el valle.

– Pronto habrá que regresar, Rupi. Antes que oscurezca por completo. Es un día y una mañana de descenso. Debemos llegar al refugio en dos horas, o dormiremos a la intenperie. Por fortuna es luna llena.

Tras un breve silencio, Rupi se acomodó. Alzó su cabeza, llenó sus pulmones de aire tanto como pudo.

Gritó hacia la montaña tanto y tan fuerte como le resultó posible.

Su grito resonó en el valle, reproduciendo ecos en todas direcciones.

Un grito prolongado, agudo, tanto como su fuerzas se lo permitieron.

El grito resonó en eco hasta extinguirse minutos después entre los sonidos habituales del río y arroyos. Canción de cuna de Rupi desde que aceptara aquel valle acogedor, bello, abundante y amigable como su propia morada.

Entonces miró al mago. El mago, cuyo ojo percibía más que aquello que otras miradas observan, encontró algo de desafío y de seguridad en esa mirada. No evitó ni deseó evitar un incipiente escalofrío trepando por su espina dorsal. Había encontrado antes miradas similares. Aunque nunca en alguien tan joven.

La mañana siguiente comenzó en el refugio al clarear los primeros rayos del día a través de la ventana.

El mago convidó un trozo grande de galleta seca que sacó de su bolso de montaña y que partió en trozos más pequeños.

Tras el desayuno continuaron el descenso.

El mago intentó una vez más sus argumentos. – Son leyendas, Rupi. Historias viejas de aldeas aún más antiguas.

Rupi nada decía aunque en ocasiones detenía su marcha para observar al mago, esperando ampliara su argumento. En tales ocasiones el mago reanudaba la marcha sin decir palabra.


Casi finalizando el día de descenso el mago se detuvo, inmóvil. Su mirada fija frente a él. Intetaba percibir algo. Quizás un sonido. Posiblemente una presencia.

Rupi, delante del mago, se detuvo con el cese del sonido de los pasos del mago sobre piedras y arbustos secos. Giró sobre sí misma.

El mago observó el maxilar inferior de Rupi cayendo brevemente. Su mirada fija en el horizonte. Giró el también sobre sí mismo.

En la montaña, sobre el horizonte, se aproximaba una nube de tormenta.

Aún lejana, un punto oscuro comenzaba adquirir superfice produciendo una sombra que avanzaba tenebrosa sobre el valle.

La tormenta se aproximaba con rapidez. Rupi la observaba con asombro. El mago con seriedad. Seriedad más severa que la suya habitual.


En el instante que la nube los cubrió el mago hincó su rodilla sobre el suelo, protegiendo su cabeza con sus manos.

Rupi permaneció de pie.

El primer dragón, aquel que dirigía la avanzada de los cientos como él que le seguían, voló sobre ellos, dejándolos detrás en apenas segundos.

Observaron la procesión en el aire con admiración y con encantamiento.

Cada aleteo de sus alas producía el sonido de cientos de cuchillas aceradas silbando al unísono en el viento. Algunos dragones cantaban sobre el valle produciendo gritos y corridas de terror y de pánico en la aldea.

De lo alto de la nube uno de los dragones se apartó a velocidad del rayo para comenzar su descenso en círculo alrededor del mago y de Rupi.

Encontrándose a tiro de lanza extendió sus patas delanteras para aterrizar pocos metros frente a ella.

Miró la niña en sus ojos.

Aquí estamos, le hizo saber.

¿Puedo comprender su lengua? preguntó Rupi, maravillada.

No. Los magos que comprenden nuestra lengua se cuentan con los dedos de las manos. El mago que la acompaña la comprende. Y la habla.

El mago asintió con su cabeza en solemne muestra de respeto.

Aunque únicamente los dragones la hablamos con fluídez. Siendo estrictos, no estamos hablándola en este instante.

Entonces Rupi comprendió que el dragón no emitía sonidos ni habría sus fauces durante la conversación.

¿Cómo lo oigo? preguntó.

Los dragones nos comunicamos a través del pensamiento directo. Hablamos todas las lenguas de los mortales. Soy yo quien traduce a tu lengua.

¿Puede leer mis pensamientos?

Sí. Los interpretamos. Tus pensamientos se expresan como materia, vibraciones y energías. Quien posea la capacidad de observar ese conjunto y sepa cómo ha de interpretarse conoce pensamientos, recuerdos, deseos, sentimientos y emociones.

¿Todos los dragones hacen eso?

Nuestra lengua no posee una palabra equivalente a ‘todos los dragones’. Somos un único saber, sentir y conocer con cada individuo. A la vez individual y todo. Respondiendo tu pregunta en términos de la lengua que moldea aquello que les es dado concebir y de aquello que les es vedado hasta imaginar, la respuesta es sí.

¿Son todos los dragones buenos?

No todos, no. Hay dragones que utilizan sus fuerzas para cometer abusos, para producir miedo, para perjudicar, para beneficiarse ellos mismos, para engañar y mentir. Aunque ninguno de ellos se encuentra en esta manada.

¿Pueden leer la mente para que todas las personas sean buenas?

No. No debemos someter ni forzar a nadie para realizar actos contra su voluntad. En ocasiones las personas cometen actos voluntarios perjudiciales para sí mismos. En tales ocasiones no debemos intervenir.

¿Por qué alguien querría cometer actos perjudiciales contra sí mismo?

Por muchos motivos, Rupi. ¿Te gusta el helado?

Sí.

Si en uno años te dijeran que debes dejar de tomar helado para sentirte mejor, ¿lo harías?

Sí.

Sé que lo harías. También sé que resultaría sencillo para tí porque ya has tomado suficientes helados. Los extrañarías en el comienzo pero pronto dejaría de tener importancia para vos. Diferente es para quién ha deseado algo durante mucho tiempo y nunca ha podido tenerlo o hacerlo. En esos casos con seguridad continuará deseando y tomando helado aunque se perjudique a sí mismo, durante años, hasta colmar su deseo para renunciar por su propia voluntad, recién entonces, al tal deseo.

Comprendo.

El dragón extendió una de sus alas. 30 metros de escamas afiladas como cuchillas de acero capaces de cortar el palo borracho más grueso o el algarrobo más duro de un sólo sesgo sin esfuerzo.

¿Deseás subir?

Rupi asintió.

Por las escamas lisas. Conducen al lomo. Al llegar al lomo, poco antes del comienzo del cuello, se encuentra una cavidad en la que estarás a salvo durante el vuelo. Asíte de las esquemas frente a ella y en sus costados.

La niña así lo hizo.

Cuando la niña se hubo acomodado el dragón realizó un simulacro de despegue para que la niña pudiera ubicarse en su posición con seguridad. De inmediato dió un salto y levantó vuelo.

En algunos minutos se encontraban entre el resto de la manada.


[*] El cuento es una escenificación libre de una escena de la Tetralogía de Terramar (Un mago de Terramar, Las tumbas de Atuan, Las costa más lejana, Tehanu), de la escritora canadiense Úrsula K. Le Guin

Oct 2024
22
19:01

Informe publicado en el hoy desaparecido El Pasquín Noticiario de Krovach.


La época pre-navideña

Hasta la década del 1960 la costumbre en la localidad de Krovach fue ignorar cualquier festejo relativo a las fiestas navideñas.

Sin estar prohibidas, carecían del interés de sus ciudadanos. El origen del desinterés probablemente ha de buscarse en la ausencia de publicidades no solicitadas en la vía pública y en medios de comunicación de distribución gratuita y, en simultáneo, obligatoria en la práctica. Periódicos, ´redes sociales´ de aquellos tiempos en los que la TV aún no desembarcaba en las costas krovacianas y la internet era inimaginable en el continente.

Iniciados los años 70, durante el periodo conocido como la ‘urbanización convexa de Krovach’, el Primer Encargado de Krovach instituyó Las Navidades Fiscales.

Una obligación fiscal que alcanzaba a toda institución y persona que poseyera ahorros en moneda líquida mayor a cierto monto tributaba cada 1ro de Enero.

Personas e instituciones que excedían el imponible gastaban sus excesos de dinero pocos días antes del inicio del siguiente periodo fiscal, en fechas cercanas al fin del año.

Otorgándose a sí mismo cuantiosos bonos de fin de año y organizando fastuosas fiestas privadas, entre Octubre y Diciembre lograban el milagro de Navidad de llegar al 31 de Diciembre sin la obligación contable de tributar dinero alguno al fisco. Como si nunca lo hubieran poseído.

Ante el descontento social provocado por este proceder las familias más adineradas de Krovach importaron desde Tierra Media el concepto de Las Navidades. De este modo sus fiestas, sus regalos onerosos y sus festejos bonificados quedaban disimulados entre el festejo popular de pan dulce, sidra dulce de manzana y mate amargo.

El resultado del Periodo Convexo de Krovach hasta los años 1980 fue su desastroza urbanización.

Como medida paliativa del Periodo Convexo, con el cambio de administración, concluyeron las fiestas Krovacianas aunque se conservó el espíritu Navideño de reuniones breves y frecuentes en paz y en armonía.

Los krol de Krovach

El 24 de Septiembre del 2004 a las 8.45 de la mañana el nuevo Primer Encargado de Krovach presentó de modo oficial el Krol de Krovach, costumbre adoptada rápida y gustosamente por su ciudadanía.

Durante el año 2004 concluyó la construcción de la fábrica de Krol.

El Krol es un material originario de Oriente de composición frágil y delicada. Con excepción de su belleza estética y simbólica carece de utilidad práctica conocida.

Más delicado que la porcelana, más liviano que el cristal, más bello que las piedras preciosas, posee un costo de producción nulo y se aja o rompe ante la presión más tenue.

Siguiendo la tradición de Oriente el Krol se constituyó rápidamente como elemento ornamental de krovacianos.

La mitología del Krol establece que aquellos individuos que reciben y conservan piezas de Krol en perfecto estado poseen un Orden Superior.

Según el mito, estas personas poseerían la rara capacidad de no realizar acciones ni omisiones con intención de perjudicar otras personas en beneficio propio.

En la práctica, la compañía y la proximidad física de quienes conservan piezas de Krol sin daños es más buscada y más deseada que la de ídolos populares por considerarse seres fuera de lo común, quienes jamás habrán de herirlos.

Cada Navidad el Estado de Krovach entrega sin costo una pieza única e irrepetible de Krol, esculpida en sus talleres, a cualquier ciudadano que la solicite.

La solicitud consiste en la presentación sin costo de un formulario sencillo. Número de documento del solicitante y su domicilio declarado en el padrón electoral, datos minuciosamente corroborados por la oficina del Krol de Navidad.

El registro de Krols solicitados y otorgados se publica cada 24 de Diciembre. Tal es de dominio público, consultable por cualquier ciudadano con la sola presentación de su documento de identidad.

Cada pieza de Krol se entrega en mano por un oficial habilitado a su solicitante el 25 de Diciembre a las 00.00 horas, en el domicilio del padrón.

Aunque se prohíbe y penaliza su comercialización está permitido regalar el Krol de Navidad a otro individuo, cuando el solicitante así lo desea.

Es un evento infrecuente.

La mitología reza que quien acepta un Krol como regalo de Navidad será responsable, desde ese instante y para siempre, de cuidarlo y conservarlo.

De acuerdo al mito, en el instante en que el Krol aceptado como regalo se rompe o se quiebra algo se quiebra en quién lo aceptó para nunca ser otra vez como fue.

No existe remedio para la destrucción de la inocencia.

Oct 2024
26
14:47

Se sabe que hasta el año 1612 existió una única Escuela de Artes Acrobáticas capaz de realizar las destrezas más extraordinarias.

Con excepción de la calidad técnica de sus destrezas, poco se conoce acerca de ella.

La Escuela de Artes Acrobáticas realizaba un espectáculo propio cada año, entre las estaciones de la Primavera y el Verano, al que asistía público de todas las regiones de Jai Qu y de regiones extranjeras.

Parte significativa de los asistentes eran acróbatas de otras escuelas.

Intentaban, en vano, comprender el secreto oculto de sus destrezas para imitarlas.

Nunca se ha hallado caso documentado acerca de acróbatas que tuvieran éxito en esta empresa.

Se cree que la Escuela de Artes Acrobáticas realizaba otras demostraciones durante el año, aunque nunca se encontró evidencia del modo en que éstas se organizaron ni del criterio con el que llevaban sus espectáculos hacia una localidad u otra.

La oficina formal de la Escuela de Artes Acrobáticas de Jai Qu se emplazaba en una construcción diminuta en las periferias de Jai Qu. Las dimensiones de la oficina eran de 3m por 6m.

Su mobiliario completo lo conformaban un escritorio, una silla y un estante con biblioratos de diferentes colores.

Se desconoce el sitio en el que la Escuela de Artes Acrobáticas realizaba sus entrenamientos, el teatro en el que ensayaban sus presentaciones y la identidad de sus acróbatas.


El ingreso a la Escuela de Artes Acrobáticas era el hito más anhelado y buscado por las familias de Jai Qu.

No existe registro de ningún aspirante de ingreso que lograra concretar una entrevista de admisión.

Familias aristocráticas de Jai Qu ofrecían cuantiosas sumas de dinero a cambio de una entrevista de admisión, sin recibir respuesta.

Rumores afirmaban que eran los Acróbatas más antiguos de la Escuela quienes elegían sus ingresantes. En ningún caso los ingresantes quienes solicitaban ingreso.


En algún instante del año 1612 un docente de una pequeña escuela de PrnS tuvo oportunidad de conversar con uno de los Maestros de la Escuela de Acrobacias de Jai Qu.

Se ignora cómo supo hallarlo.

El Maestro no pareció sorprendido.

– Deseo tomar sus clases.

– La Escuela no dicta clases para adultos.

– No deseo clases de acrobacia.

– ¿Entonces?

– Deseo tomar sus clases de enseñanza de acrobacias.

El Mastro lo observó fijamente.

– ¿Por qué motivo?

– No deseo responder esa pregunta.

– La Escuela de Acrobacias no ofrece entrevistas de admisión.

– Lo sé.

– Es la Escuela de Acrobacia quién elige a sus discípulos.

– Lo sé.

– ¿Entonces?

– He presenciado eventos espantosos. Poseo mis motivos.

El Maestro realizó un silvido corto y agudo. Otros acróbatas se acercaron, ubicándose frente al hombre de PrnS, obervándolo con severidad.

– Desea tomar lecciones de Acrobacia en la Escuela.

– ¿Por qué motivo?

– No deseo responder esa pregunta.

El equipo completo de acróbatas los miró fijamente durante 10 minutos completos.

– De aceptar, investigaremos y conoceremos sus motivos.

– ¿Cómo podrían hacerlo?

– Realizamos destrezas imposibles.

– Si es necesario, sea.

– La instrucción lleva tiempo.

– ¿Cuánto tiempo?

– 38 años, 3 meses y 14 días.

– ¿Por qué 3 meses y 14 días?

– Porque ya estamos en Noviembre. Esperemos hasta el año entrante. Las vacaciones ya fueron planeadas durante el mes de Enero. Hasta Febrero hay agenda completa.

– ¿Y por qué 14 días?

– Porque es el bautismo del sobrino del Cholo. Iba a ser en Enero. Lo trasladaron al 10 de Febrero, por la temperatura.

– No, es el cumpleaños del Tuki. El bautismo es en Diciembre.

– ¿Cuántos cumple?

– 11 años.

– ¿Ya 11 años?

– ¡Cómo vuela el tiempo!

– Está bien. Comprendí. Sea, 38 años, 3 meses y 14 días está bien. ¿Qué debo hacer?

– Vuelva a su localidad. Pronto nos pondremos en contacto con Ud.

– Así lo haré. Muchas gracias.

– Las tenga Ud. también.


Se sabe que hasta el año 1654 existieron dos únicas Escuelas de Artes Acrobáticas capaces de realizar las destrezas más extraordinarias…

Esta página se imprimió el día 2024-12-23 a las 07:19:00 hora ARG.
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